sábado, 27 de septiembre de 2014

El otro día paseando encontré una pintada
que versaba un "no me olvides".
No pude evitar pensar que antes que una despedida,
eso era una nota de suicidio.
Entonces comencé a acordarme de las margaritas
&de que algún día nos arrancarán los brazos
por tanto preguntar si nos quieren en lugar de si nos queremos.
¿Alguien ha muerto alguna vez en alguna vida por amor propio?
Yo sí he matado.

Que no hay más ciego que el no quiere que le vean
lo descubrí la noche que me quedé dormida en el baño.
En casa ajena. Quiero decir, la mía; pero cuando me desconocía.
A la mañana siguiente nadie me había peinado el pelo con tanta dulzura
como yo me besé los hombros.
Ahora me tengo miedo porque ya me sé demasiado bien
para no querer salir huyendo de nuevo de mí.

Esa misma noche comprendí que para echar de menos
sólo necesitamos a alguien lejos
pero para echar en falta, a nosotros mismos muy dentro
tanto tanto
que no nos somos suficiente ni mirándonos al espejo
&gustándonos.
También que hay una diferencia entre pedirle a alguien que no se vaya
&pedirle a alguien que se quede,
&es que en la primera ya se ha ido.

Puedes correr para alcanzarle. Tratar de hacerlo. Conseguirlo.
Pero después deberás aprender a curarte tú mismo las rodillas.

Yo, sin embargo, me he escrito por todo mi cuarto la palabra "quédate".
No, no es una nota de suicidio; es una bienvenida.

En fin, lo peor del caso seria seguir pensando en ti como el mejor compañero de viaje...
(...) 
Maldita sea!...


Tenias razón,, es mejor cuando estas solo,
nada te lastima, nada te hace falta... Nada te hiere!
Dame tiempo, aun soy inexperta.